En la bien iluminada ermita, hubo representación de varios pueblos del contorno: por supuesto, de Adana, pero también de Jauregi, de Ullivarri-Jauregi, y de Azilu.
Al acabar la misa, nos colocamos todos para la foto del recuerdo. Se puede comprobar que hubo más gente que otros años. Tal vez, porque acompañó el tiempo con el día tan precioso que amaneció.
Como es ya tradición, tras la misa... la mesa (o algo parecido). Pudimos disfrutar de un chocolate caliente con unos lacitos de hojaldre. Para algunos hubo vino dulce... ¡qué suerte!
La campa estaba de un verde intenso, el cielo de un azul espectacular, la ermita remozada y brillante, y la gente... con ganas de celebrar.
Hasta el año que viene, si Dios quiere...
(Pero antes tenemos una cita el día de la Cofradía de Gipuzuri, el sábado,14 de septiembre. Quedáis avisados)