miércoles, 6 de abril de 2011

El HERMANAMIENTO, meta de la SOLIDARIDAD

A petición de algunas personas, colgamos en esta página web la reflexión que hemos hecho a lo largo de esta Cuaresma. Ha aparecido en la última página de las hojitas que se repartían para participar en las celebraciones dominicales. El lema de toda la Cuaresma ha sido: “El HERMANAMIENTO, meta de la SOLIDARIDAD”. Son cinco capítulos, en los que se presentan cinco pasos progresivos desde la Solidaridad elemental hasta la relación de HERMANAMIENTO entre comunidades cristianas.


1.- El primer paso de la Solidaridad.

   Se nos encoje el corazón cuando conocemos la noticia de un sufrimiento enorme, y más si afecta a muchísimas personas o a una región grande. Cuantos más afectados hay (muertos, heridos…), con más intensidad sentimos compasión por ellos.
   Por desgracia, cada año hay algún suceso: brutales terremotos, violentos huracanes, graves inundaciones, erupciones de volcanes, epidemias…
   Entonces nos imaginamos el sufrimiento de aquellas personas, a las que llamamos damnificados, o afectados, o víctimas. Y enseguida nos preguntamos qué haríamos nosotros si nos tocase vivir una situación semejante.
   Si alguien nos pide que ayudemos de alguna manera, la mayoría de las veces nos surge apoyar a aquellas personas y aportar en la medida de nuestras posibilidades.
   Esto lo hemos experimentado en años anteriores, (últimamente en una campaña a favor de los afectados por el terremoto de Haití y las inundaciones en Pakistán).
   Esta es la Solidaridad “elemental”, que aparece por todas partes como reacción inmediata ante el rastro de muerte y dolor que causan las catástrofes naturales y las tragedias humanitarias. Son sentimientos humanos que se traducen en una ayuda espontánea: acudiendo como voluntarios para ayudar (médicos, enfermeras, bomberos, ejército…); aportando objetos (comida, ropa, medicinas…); dando una ayuda económica de unos cuantos euros. Esta ayuda es una ayuda coyuntural, para responder a una necesidad concreta y que se ha presentado de repente. De este tipo de Solidaridad, es capaz la mayoría de la gente. Muchísimas personas sienten que deben ayudar, aunque sea con poco. Todos los informes, estudios y expertos lo dicen: ante las catástrofes naturales, sean cuales sean, la solidaridad internacional, que parecía dormida, de pronto se despierta y se pone en marcha. Cuanto más grave es la desgracia (por los daños causados, por la cifra de muertos y heridos, por las pérdidas humanas o materiales…), más lleva a las personas a sentir compasión y expresar su solidaridad en una ayuda económica.
   El primer impacto es muy intenso y suscita una reacción que toca la fibra sensible de las personas, pero esa tensión no se mantiene mucho tiempo. Las noticias sobre los efectos de la catástrofe o la tragedia humanitaria dejan de aparecer en los medios de comunicación, y se olvidan los efectos duraderos de la emergencia y la situación de aquellas personas. Pensamos que nosotros ya hemos ayudado, y otros han de ser los encargados de hacer llegar la ayuda y de gestionarla adecuadamente. No nos cuestionamos si esa ayuda alcanzará, si solucionará las necesidades. A menudo, pasados unos días, lo más que se nos ocurre es prestar oídos y credibilidad a las dudas sobre si se estarán utilizando adecuadamente los pocos euros que hemos aportado.
   Por todos estos motivos, esta Solidaridad elemental, de dar una ayuda económica para paliar los sufrimientos y daños causados por una desgracia natural, es positiva y está bien, pero no es más que un primer paso.

Preguntas para conversar y dialogar:
-¿Cuáles son mis sentimientos ante la noticia de una catástrofe o una desgracia?
-¿De qué manera se podrían paliar mejor los efectos de esas catástrofes?
-¿Suelo alimentar las dudas sobre el envío y la utilización de las ayudas?



2.- Solidaridad comprometida

   Nuestra condición de cristianos, seguidores de un Jesús, que libera a los oprimidos y cura a los enfermos, nos compromete a ser solidarios y a colaborar para que otras personas puedan mejorar su calidad de vida.
   Estamos llamados a poner en práctica esta exigencia cristiana no sólo en los casos de catástrofes naturales o emergencias humanitarias (que a veces son lo más urgente y necesario), sino también en forma de una ayuda más constante y duradera, que es más eficaz a medio y largo plazo.
   Los cristianos podemos ayudar de una manera más permanente a nuestro prójimo colaborando en los proyectos de desarrollo que se ponen en marcha y se llevan a cabo para la promoción humana y social de algunos lugares concretos en países necesitados. Este es un paso más en el camino del compromiso cristiano y la solidaridad.
   Ya no es sólo una aportación económica para una necesidad puntual sino que se convierte en algo más constante y duradero que a lo largo de bastante tiempo acompaña el progreso, el desarrollo y la mejora de vida de personas y comunidades humanas. Hay muchos proyectos de desarrollo en los que podemos participar, colaborando con ONGs, parroquias...
   Como parroquias de la Llanada alavesa hemos asumido el compromiso de apoyar el desarrollo de las comunidades de Palenque, en Ecuador, y en estos últimos años les hemos ayudado a conseguir:
· Una desgranadora de maíz y una piladora de arroz,
· Una camioneta para transportar sus productos,
· Se han comprado tierras para trabajarlas comunitariamente,
· Se han excavado pozos para poder regar los cultivos,
· Un centro de acopio donde guardar la cosecha...
   También este año hacemos la Campaña Solidaria con el fin de dotar a las comunidades de Palenque de la asesoría necesaria para mejorar el cultivo y la venta de la cosecha. Este domingo es la colecta en todas las celebraciones, y esperamos que sigáis colaborando como otros años.
   Seamos generosos y sintamos esa responsabilidad como personas y como parroquias hermanadas con las comunidades de Palenque.

Preguntas para conversar y dialogar:
-¿Me conformo con dar unos euros para salir del paso?
-¿Soy consciente de que son mis hermanos y necesitan de mi ayuda?
-¿Quiero seguir de cerca la vida de esas personas que me necesitan?



3.- Solidaridad más cercana en la relación humana

    Seguimos conmocionados por catástrofes: terremoto y tsunami en Japón y sus consecuencias de riesgo nuclear. La solidaridad en las emergencias es un primer paso. Decíamos: es necesario pero no suficiente, la solidaridad no debe ponerse en marcha sólo ante las emergencias; ha de ser más constante y comprometida, apoyando proyectos de desarrollo humano y social que transformen la vida de las personas y los pueblos a medio y largo plazo.
    Pero a veces, esa solidaridad permanente es anónima. Quienes ayudan son unos donantes sin cara, sin nombre. Y lo mismo los beneficiarios de esa ayuda económica a proyectos y acciones que favorecen el desarrollo social. No se conocen entre ellos. A veces, sólo se conoce al responsable del proyecto.
    Por eso, hay que avanzar en el camino de la solidaridad, y procurar que sea más cercana con las personas que favorece. Se debe establecer una relación humana entre las dos partes. Hay ejemplos de intentos en este sentido:
-El apadrinamiento de niños: la persona que apadrina tiene fotos del niño o la niña y ve su desarrollo, su crecimiento, conoce su nombre, circunstancias…
-Niños de catequesis que escriben a otros niños, con dibujos, cartas…
-ONGs que envían la ayuda y también cuentan quiénes son, cómo han obtenido esa ayuda; y reciben de los beneficiarios, cartas y fotos que muestran el agradecimiento y el desarrollo del proyecto…
-En la revista Los Ríos u otras vemos a las personas de las comunidades cristianas que han recibido nuestra ayuda, y nos resultan conocidas…
    Así se consigue que la solidaridad no sea sólo un envío de ayuda económica, sino un ponerse en lugar del otro que tiene cara, que tiene cuerpo, que tiene un entorno o paisaje. Ese tipo de solidaridad favorece que conozcamos y reconozcamos a las personas y a las comunidades a las que ayudamos. Se logra entablar un diálogo y una relación humana cada vez más cercana.
    Es necesario que nosotros pongamos rostros a esas personas y nos sintamos responsables de sus avances, de la realización de sus proyectos y nos comuniquemos con frecuencia. Ahora ya no hay dificultades de lejanía: con los nuevos medios de comunicación todos estamos cerca.
    En ocasiones, nuestros hermanos de Palenque nos escriben y nos cuentan sus avances y sus dificultades, firmando sus cartas con nombres que nos suenan. También algunos de nosotros nos comunicamos con ellos. Pero todavía en la distancia…

Preguntas para conversar y dialogar:
¿Cómo suelo imaginarme a las personas para las que doy una ayuda económica?
¿Me gustaría conocer algo más de su vida, y no sólo sus carencias y necesidades?
¿Con la solidaridad apoyamos proyectos o entramos en relación con personas?




 
 
4.- La Solidaridad: acoger a hermanos que nos visitan

   Estamos avanzando en esta cuaresma en una mejor comprensión de los pasos que llevan de la Solidaridad al Hermanamiento.
   El primer paso (Solidaridad elemental) es la reacción espontánea, compasiva, ante catástrofes naturales, que provocan en nosotros una ayuda en forma de limosna o donativo. Está muy bien, pero pasa y se olvida pronto.
   El segundo paso es la Solidaridad comprometida que apoya un proyecto de desarrollo de algún pueblo concreto. Suele ser una ayuda económica para que los beneficiarios construyan su propio desarrollo. Ejemplo: la Campaña de Solidaridad de este año que hemos hecho en La Llanada para Palenque.
   El tercer paso pone cara y nombres a los beneficiarios de nuestra ayuda económica, mediante algún vínculo de relación humana: suelen ser los apadrinamientos, intercambios de noticias, fotos, etc. Nos acercan sentimentalmente a las personas separadas por muchísimos kilómetros.
   El cuarto paso es muy importante. Le llamamos Hermanamiento. Ya Es lo que hemos establecido entre los pueblos de La Llanada y Palenque, en la provincia de Los Ríos, Ecuador.
   En el Hermanamiento vamos más allá de compartir con los beneficiarios una ayuda económica. Es algo más. El Hermanamiento es hacernos hermanos, hermanas, sentirnos hermanos, hermanas. Y este sentimiento se expresa, por ejemplo, en la acogida. En el proceso de Hermanamiento acogemos a las personas que vienen a visitarnos, acogemos a las “Voces del Sur”, les abrimos nuestra realidad, nuestras casas, y sobre todo nosotros abrimos nuestros oídos a su voz, a sus experiencias, a su testimonio, con el deseo de aprender.
   Incluso queremos dejarnos evangelizar por ellos, porque a veces ellos han dado muchos más pasos que nosotros en solidaridad, en compartir, en vivir en comunidad, en buscar unidos la igualdad y la justicia.
   Y claro que nos evangelizan: si abrimos nuestros oídos acogemos su forma de vivir, sus alegrías y sus carencias, su fe y esperanza, sus sueños de futuro, su experiencia de vida en comunidad de hermanas y hermanos.
   En este cuarto paso de solidaridad-hermanamiento, lo importante es nuestra actitud, esa disposición nuestra a dejarnos enriquecer, a dejarnos enseñar, a aprender de ellos, nuestras hermanas y hermanos.
  Al hilo de este cuarto domingo de cuaresma, ese querer tener nuestros oídos abiertos y receptivos, es como lo que el ciego desea de todo corazón: recuperar la vista. Y lo consigue. Con fe. También nosotros lo conseguiremos.

Preguntas para conversar y dialogar:
-¿Estamos dispuestos a aprender de personas económicamente más marginadas que nosotros?
-¿Qué nos pueden enseñar nuestros hermanos y hermanas ?
-¿Podemos asumir algún pequeño compromiso?



 
 
5.- La Solidaridad: visitar a nuestros hermanos

   Damos un paso más en la comprensión de la Solidaridad y el HERMANAMIENTO; lo vamos haciendo en la Llanada en esta Cuaresma, en este caminar hacia la Pascua con Jesús.
   Los dos primeros pasos consistían en dar una ayuda económica; el tercero era poner rostro a los beneficiarios anónimos. Solidaridad: no sólo dar dinero, sino relacionar personas con personas.
    El cuarto paso (domingo pasado) es abrir nuestros ojos y oídos para escuchar de corazón las experiencias que hermanas y hermanos de Palenque y de otros sitios vienen a traernos. Experiencias concretas como la vida de hermanos en comunidad y otras muchas experiencias a las que nos hemos propuesto de verdad ser receptivos y acogerlas en el corazón.
    El quinto paso va más allá. Tras recibir con alegría a los hermanos que nos visitan, nos preguntamos: Y nosotros ¿podemos ir allá, a donde viven nuestros hermanos de Palenque o de otras partes? ¿Podemos ir a conocer de cerca sus experiencias, su cultura, su hermandad y fraternidad? ¿Podemos conocer su tierra, sus trabajos, sus costumbres, sus cantos, sus comidas, sus celebraciones, su manera de hacer fiesta? ¿Podemos nosotros ir a poner cara, cuerpo, rostro, a nuestras hermanas y hermanos de esa parte del mundo? ¿Podemos ir a aprender de ellos y a compartirles nuestras experiencias?
    La respuesta es sí, podemos, todavía tenemos cauces abiertos para ir. Como todos los años, en los meses de verano, están sus puertas abiertas para nosotros en lo que allí llaman Tiempo de Misión. O en otros meses del año, si nos viene mejor. Pero lo cierto es que sí, que podemos ir, que debemos ir y aprender y compartir, y al regreso podremos con más alegría y entusiasmo comentar y compartir con todos los de aquí, lo aprendido y experimentado.
    Jesús nos llama; no sólo llama a Lázaro para que salga de su sepulcro y participe de la vida que hay en el exterior; Jesús también nos sigue llamando a nosotros para que salgamos de nuestros particulares sepulcros, y vayamos y veamos cuánta vida y qué maravillosa, la que hay en esos rincones perdidos del mundo.

(Las preguntas para conversar ya están integradas en el texto de arriba)