jueves, 12 de mayo de 2011

15 de mayo. San Isidro Labrador. Día del Mundo Rural


SAN ISIDRO Y LA CRISIS

         Desde las praderas celestiales, cuajadas de verde y de flores, San Isidro andará contemplando nuestra celebración que estalla por miles de pueblos y ciudades.
         Escuchará con detenimiento la narración de las últimas novedades climatológicas, la evolución de los cultivos y, seguramente escuchará de nuevo hablar de la crisis.
         La verdad es que no sé que cara pondrá. Si será de complacencia ante tantos trabajos y esfuerzos o de disgusto por tanta zancadilla y egoísmo. Lo que sí sé es que su atención estará puesta en los millones de campesinos que en el mundo malviven y sufren.
         Tenemos que darnos cuenta de que nuestros campos están más que relacionados con la crisis que atraviesan los países del mundo: En el momento en que la burbuja inmobiliaria estalló, los avispados mercaderes sacaron sus huevos de la cesta del ladrillo y los pusieron en la cesta de las materias primas y los metales preciosos. El resultado fue que el precio de los alimentos de primera necesidad subió por las nubes y, a la vez que algunos ganaban auténticas fortunas, otros eran incapaces de ganar el pan de cada día. Las grandes multinacionales agroganaderas aprovecharon el tirón y apretaron las tuercas de los contratos.
         Como el precio del petróleo creció hasta límites históricos, el gasoil y los fertilizantes pusieron la flecha hacia arriba.
         En pocas palabras, podemos ponernos en la larga cola de los perjudicados por los manejos especuladores de los que controlan la riqueza del mundo, pero no somos los últimos. Lo que es peor, algunos hemos iniciado una loca carrera de endeudamiento y extensificación que puede terminar de forma calamitosa.
         Como estamos acostumbrados a ciclos de años buenos y años malos pensamos que las aguas volverán a su cauce, pero no debemos engañarnos: la crisis ha sido provocada no por una cadena de casualidades sino por personas e intereses concretos. Por ello hemos de acostumbrarnos a analizar las cosas con detenimiento, a levantar la mirada y ver lo que pasa en otras partes. Solo así entenderemos mejor los mecanismos que nos manejan como marionetas. Solo así entenderemos la palabra “solidaridad” no sólo como ayuda al cercano que nos necesita sino como compasión por aquellos que riegan la tierra con su sudor.
         Andamos ahora en tiempos de campaña electoral para renovar los ayuntamientos y diputaciones. Fijaos en la mínima atención que los candidatos y candidatas prestan a los eternos problemas del campo. Esa es la medida de la importancia que las instituciones conceden a nuestra forma de vida y a nuestro futuro. No estaría de más que les exigiésemos, como futuros servidores públicos, que dejasen de refugiarse en papeles y normativas poco eficientes, para acercarse a la tierra y a las personas que vivimos en ella.
         De todas maneras, que las sombras no nos impidan ver las luces de tantas cosas buenas que nos rodean. A pesar de todo somos afortunados por ejercer una tarea noble que necesita hombres y mujeres honestos que también construyen la sociedad.

¡VIVA SAN ISIDRO!