viernes, 23 de diciembre de 2016

NAVIDAD DESCREMADA



Agustín Cabré

Nuestra modernidad tecnológica (mucho de tecno y poco de lógica) ha inventado lo que parecía imposible: cerveza sin alcohol, café sin cafeína, fotografías sin papel, telefonía sin cableado…Navidad sin Jesús.

Se cumple así a lo largo de la historia lo señalado en el evangelio: “no había sitio para él” en la sociedad de su tiempo... ¡Ni en la de ahora!

Las primeras comunidades cristianas celebraban el nacimiento de Cristo y guardaban con fervor la memoria de un niño proletario, hijo de María y de José. Eran éstos, una pareja obrera, de una localidad marginal, de un territorio apartado de los centros de poder del imperio romano. Un niño que, al crecer, tomaría la bandera de redención que anunciaba Juan, el bautizador del río Jordán: el rompimiento de las cadenas empezaría dentro de cada corazón y se manifestaría en obras de vida para la humanidad.

Ese nacimiento cambió la historia de gran parte del mundo. Pero, con el paso del tiempo, ese acontecimiento ha ido perdiendo su vigor y conserva solamente parte de su encanto.

Hoy día se celebra una navidad descremada
No viene de Belén, viene de China o de USA. 
El niño ya no es tal, sino un viejo gordo, barbón que lleva una bolsa enorme de “regalos” (en realidad no regala nada sino que vende), que se viste con los colores de la coca-cola, que ha desplazado del pesebre al niño y se ha instalado allí con toda su oferta de mercadería.

La navidad nos introduce en un clima de locura. Pero no es por el nacimiento de Jesús, sino por la parafernalia propia de la sociedad comercial y por la debilidad de las iglesias cristianas para defender lo que era suyo y que se prostituyó socialmente.

En muchos hogares de occidente se mantiene aún el diminuto pesebre hecho con monitos traídos desde China. No puede faltar tampoco el pino adornado de luces y pequeños obsequios y, en el hemisferio sur, con motitas de algodón para simular la nieve.

Evidentemente todo es falso: no existe tal nieve en el relato bíblico, sino que, al contrario, indica que era tiempo de verano en Israel; no existe la bondad idílica de unos pastores ya que los pastores eran considerados unos tipos agresivos, ladrones y aprovechadores en esos tiempos ásperos. No existen ni el burro y el buey ya que fueron inventados por san Francisco de Asís en el siglo XIII.

Lo que sí existe para los creyentes cristianos es el hecho de que Dios se manifestó en la humanidad de Jesús, y que su persona y su mensaje son indicadores de que el rompimiento de las cadenas, que nos impiden ser plenamente humanos, es posible.

Pero ahora se trata de una festividad más comercial que religiosa. Una navidad sin Jesús, pero con abundancia de pan de pascua, y con ansiedad de compras y ventas de artículos, que dejan a las familias endeudadas por meses y años.

En templos y capillas habrá más gente que habitualmente, porque muchos alejados sienten que al menos una vez al año hay que acercarse a los cultos que conocieron cuando pequeños y abandonaron cuando crecieron.
Al anochecer se celebrará la misa del gallo. Yo creo que se llama así porque ahí aparecen “los gallos” que no van nunca al templo.

Pero, en fin; descremada y todo es una fecha festiva que nos recuerda lo mejor de nosotros mismos y nos ofrece la oportunidad de abrazarnos: con la familia, con el vecindario, con las amistades. No olvidemos de abrazarnos a nosotros mismos. Se trata de perdonarnos y de nacer de nuevo. Se trata de una terapia que la liturgia nos ofrece una vez al año. Ojalá la aprovechemos.

Iturria: http://elcatalejodelpepe.eccla.net/2016/12/07/navidad-descremada/